El Real Madrid no es capaz de pasar de octavos de final de la Champions por sexta vez. El Lyon, un equipo a priori inferior, es capaz de darle la vuelta a un partido que el Madrid debió haber dejado resuelto en la primera parte.
El Santiago Bernabeu huele a fútbol, rezuma ilusión. Se prevé una noche de goles, “ganaremos 3-0”, decía días antes Sergio Ramos. El público viene predispuesto a pasárselo en grande, a que, siguiendo la estela del último partido de Liga contra el Sevilla su equipo realice una remontada, en Europa esta vez, de esas que hacen historia.
El Olympique Lyon es recibido con un impresionante mosaico blanco en las gradas, el público está completamente entregado y convencido de que esta va a ser su noche. La noche que
romperán el techo de cristal de octavos que les impide demostrar el peso que se merecen en Europa.
Conscientes de lo que supone este partido, el
Real Madrid impone un ritmo frenético, con unos jugadores con las pulsaciones disparadas. El
Lyon, en sus manos, parece un muñeco de trapo.
Vuelve a verse a un equipo cuajado, de gran armadura que no para de asediar la portería rival desde el principio con un aviso de Kaká a los 17 segundos. Pronto ese esfuerzo se ve recompensado con el temprano gol de Cristiano Ronaldo en el minuto seis de partido que ha supuesto el preludio de una catarata de ocasiones locales. La afición no para de animar y de disfrutar con su equipo: “¡esto es fútbol!”.
Está siendo lo que se dice un verdadero ciclón y una tortura para el rival. Sin embargo, esta noche no están teniendo suerte de cara al gol. Higuaín, matador en el área liguera y últimamente indiscutible en el once inicial por méritos propios, está negado completamente. Ha tenido en su bota tres ocasiones, una de ellas con la portería absolutamente vacía, que no ha hecho más que errar y que tras el encuentro le han colocado en el centro de las críticas. El Madrid comenzaba a perdonar demasiado y como bien es sabido, en el fútbol quien perdona, pierde.
De manera incomprensible y sorprendente el Lyon, con la suerte de su lado, ha logrado aguantar el envite y llegar al descanso perdiendo sólo por un gol.
Cuando los jugadores saltan de nuevo al terreno de juego el equipo compacto de la primera parte ha pasado entonces a ser un grupo de solistas al borde del colapso manejados a su antojo por un Lyon que parece haber mutado en el descanso.
Culpa de ello la tiene su inteligente entrenador, Claude Puel, que ha decidido realizar dos cambios importantísimos en su equipo. Ha sentado en el banquillo a Boumsong y Makoun que sustituyendolos por Kallström, que ata en corto a Guti, y Gonalons que incomoda lo suficiente a Lass y obliga al Madrid a dar un paso atrás para iniciar el juego.
De una posible goleada local en los primeros 45 minutos se ha pasado a un Madrid al que le cuesta muchísimo realizar su juego y del que el Lyon ha pasado a poner en aprietos a su guardameta.
La eliminatoria se muestra mucho más abierta pudiendo caer de cualquier lado. Los minutos corren, el Lyon avanza, adelanta líneas, y al Madrid se le agotan las ideas. Cada ocasión perdida o contraataque parado era un momento ideal para reflexionar y darse cuenta de las ocasiones que han dejado escapar en la primera parte.
La vuelta a la realidad se produce en el minuto 75 con el gol del Pjanic que deja un año más al Madrid fuera de la Champions.
El Madrid ya no tiene ni fuerzas ni ilusión para meter otros dos goles y la afición se muestra cansada de que un año más se le haya vendido un conjunto que ya no engaña a nadie. ¡Es una vergüenza! espetan al palco un grupo de jóvenes que airean pañuelos. Como ellos, algunos más (no una mayoría) y la desazón se comienza a apoderar de Chamartín.
Al proyecto de 250 millones de euros ya sólo le queda la Liga
Después de una salida inusitada del torneo de la Copa del Rey con el famoso “alcorconazo” y de ser incapaz de hacer un partido aceptable cuando este, el Alcorcón, visitó el Bernabeu, al Madrid ya sólo le quedaba la Liga y la Champions. Y de esta, desgraciadamente decía adiós el miércoles.
Se las prometía muy felices los jugadores que llegaban con el ánimo subido después del partidazo que realizaron contra el Sevilla. Cierto es que el Sevilla fue sólo una sombra de lo que llegó a ser pero no hay que quitar ningún mérito al Real Madrid que realizó uno de sus mejores partidos y apaciguó muchos de los comentarios que cuestionaban al equipo.
Con la victoria ante el Sevilla y el empate posterior del Barça habían logrado hacer trizas los cinco puntos de diferencia con los que jugaba el Barcelona, aumentar sus posibilidades de ganar la Liga y colocarse líderes del campeonato.
A partir de ese momento el quipo se sintió con fuerzas para enfrentarse a lo que viniera, hasta realizar una remontada épica en Europa que hiciera olvidar su mal partido de ida en Lyon. Se lo debían a la afición y a la memoria del madridismo. Ya habían sido muchos años, cinco en particular, en blanco europeo y precisamente este año en el que la final se juega en “su casa” había un cierto pálpito y unas buenas vibraciones. Hacía ilusión incluso que el Barça llegara a la final para poder así arrebatarle una copa por fin.
Con el proyecto tan ambicioso que había planteado Florentino Pérez parecía rodado que este iba a ser el año del Madrid. Algunos ya estaban haciendo hueco a la décima que estaba por venir pero llegado el momento crucial el Madrid volvió a descarrilar como lo había hechos años antes con equipos como la Juventus, el Bayern, el Arsenal, la Roma, el Liverpool o el Lyon.
Sin embargo, lo que para su afición es un fracaso absoluto para el máximo dirigente madridista no lo es y no lo sería aunque el Madrid no obtuviera ningún titulo esta temporada. Así de claro se expresó en la entrevista mantenida con Manu Carreño y Manolo Lama en la cadena
Cuatro.
Por el momento ya se están buscando culpables de la derrota y se ha podido saber que la intención de la directiva es que Pellegrini no continúe al frente del banquillo la temporada que viene y se han barajado nombres como el de Mourinho.
Laura Salamanca Blázquez -Crónica-