Vetusta España

Publicado  jueves, 15 de abril de 2010

Ahora que miramos la Semana Santa con la ventaja que procura el sucederse de noches y mediodías, ya con las yagas exangües, puestas las costras a secar. Ahora viene a regarme el oído el recuerdo de una letanía de versos que, como tantas cosas, debemos a Antonio Machado: “¡No puedo cantar, ni quiero/ a ese Jesús del madero,/ sino al que anduvo en el mar!”.

Esto lo escribió el de Sevilla hace casi un siglo, y aún hoy, cada primavera, nos emborrachamos con una disolución saturada de costaleros y nazarenos, y también de clavos, y cruces, y coronas de espinas, de vinagre para las heridas, pies descalzos, rodillas en carne viva, de lágrimas, de vigilia, de promesas cumplidas. “Es la fe de mis mayores”, sigue, adelantado a su tiempo, siempre moderno. Es la fe de mis mayores, repito yo, de esos mayores que eran niños o acaso no eran cuando Machado grabó esta poesía en un papel. “¡No eres tú mi cantar!”, clama el poeta. Tampoco el mío. Pero mucho temo que seguirá siendo el cantar de los mayores que ahora son niños y aun el de los que no son todavía. Porque en España hay cosas que no cambian nunca. En la España santera, la de toros y sacristía, la de señoritos, trajes a medida, la de la doble moral que pintó Clarín en ‘La Regenta’ y la de la lucha fratricida.

Y si un día obra el milagro en primavera y renunciamos al Cristo de la agonía, y si las flores fueran para el Jesús triunfante que anduvo en el mar, si los toros dejaran de morir sobre el albero, y los alzacuellos de escandalizar niños, si también los señoritos se despojaran de los trajes cortados con tela de todos los españoles. Si no quedara un hombre bajo el polvo de una cuneta. Entonces, es posible que se rompiera España y nada quedase ya de la España de los que hace un siglo eran mayores o niños o acaso no eran todavía. Y así, sin patria, mil añicos en la bandera, así, esta noche parecería el mediodía.

Opinión por Aurora Nacarino-Brabo

0 comentarios: